sábado, 28 de junio de 2025

BREVE CRÍTICA DE LA RAZÓN WOKE

¿Existe algo así como unas pautas de conducta válidas y generalmente reconocidas para la civilización occidental? Desde luego, para la población de la gran mayoría de las naciones occidentales el cristianismo ya ha dejado de cumplir ese papel. Cierto que todavía existen algunos países o regiones al parecer irreductibles a la manera de pensar laica, tales como el Bible Belt norteamericano, Polonia o la cada vez menos católica Irlanda. Pero la tendencia general marcha hacia unas sociedades cada vez más hedonistas e incluso narcisistas que son consumistas en la medida de lo que pueden. Para las nuevas generaciones, en su mayoría, Instagram o Tik Tok son mucho más relevantes que cualquier religión, si bien es cierto que no existe ninguna incompatibilidad entre la fe y las redes sociales y de hecho muchos creyentes las usan. Ciertamente grupos ultramontanos de extrema derecha han adquirido una enorme habilidad en convertirlas en un arma masiva de transmisión de sus ideas. Pero para una gran mayoría, dichas redes sociales son una herramienta para dar a conocer una vida social que en realidad interesa a muy pocas personas, una estrategia publicitaria y a menudo un escaparate donde lucir las propias habilidades e incluso el propio físico.

Por otra parte, el hecho de que muchos problemas sociales queden soterrados por el glamour de andar por casa de Instagram no significa que hayan quedado resueltos. Si bien los europeos que protestan de una manera efectiva por el genocidio de Palestina son una minoría al tratarse de un problema que “no nos afecta”, la degradación de los derechos laborales, la vivienda, la sanidad, la educación y tantas otras cosas en el mismo Occidente deberían causar un clima generalizado de protesta y rebelión que en raras ocasiones se manifiesta. Desde luego, si esa protesta se produce algún día no será a través de los partidos políticos establecidos, todos ellos cooptados en mayor o menor medida por la teoría y la mística liberal, desde la barbarie fascista de un Javier Milei en Argentina al tibio socioliberalismo de los partidos europeos supuestamente progresistas, convertidos en meras réplicas del neoliberal y elitista Partido Demócrata USA. Dichos partidos han aceptado de manera expresa o implícita la idea de que es el mercado el que debe regir casi todos los aspectos de la existencia humana, y por lo tanto se diferencian cada vez menos de los partidos clásicos de derechas. Recordemos que el mismo Emmanuel Macron, el presidente que más ha hecho por imponer el neoliberalismo en Francia, empezó su carrera en el PSF, lo mismo que el inefable Manuel Valls, quien quería en efecto cambiar el nombre de socialista por el de “demócrata”, una idea que fue realizada por completo en Italia, donde un partido lejanamente derivado del PCI se autodenomina “Partido Democrático”.

¿Pero dónde quedan todos estos partidos supuestamente “de izquierdas” después de haber perdido casi todas sus señas de identidad? ¿Qué les queda como argumentario o soportes ideológicos? ¿Qué hacer para que no se les aplique la misma broma que mejor define el circo de la política estadounidense, o sea, unas elecciones entre la Coca-Cola y la Pepsi Cola? Tras haber abominado no sólo de Karl Marx, sino de cualquier proyecto remotamente revolucionario, hacía falta crear una ideología de reemplazo. Algo que disimulara la carencia de vigor y de auténtica pluralidad de las llamadas democracias occidentales. Y puesto que se daba por supuesto que alrededor del 60/70% de la población occidental vivía en una cierta prosperidad que la convertía en una especie de pequeña burguesía filistea global que toleraba además el constante enriquecimiento del famoso “one percent of the one percent”, del que hablaba “Occupy Wall Street”, había que buscar la reivindicación de causas en realidad lo más apolíticas posibles a las que se dio apariencia de problemas endémicos y/o casi irresolubles.

El primero de esos problemas fue probablemente el feminismo. Había que reivindicar la posición de la mujer en la sociedad y liberarla por completo de la servidumbre doméstica. Pero aquí surge la primera cuestión que la ideología woke tiene una gran habilidad en confundir. ¿La lucha contra el patriarcado debe abordarse desde una perspectiva exclusivamente de género y a ser posible andrófoba o debe incluirse la lucha de clases en la ecuación? ¿Hasta qué punto debe ser feminista una sociedad? ¿Basta con que el 40% por ciento de sus cargos dirigentes estén ocupados por mujeres? ¿El 50%? ¿El 70%? ¿Puede ser considerada “feminista” una sociedad en la que una exigua minoría de mujeres ocupen puestos de altísima responsabilidad pero aplicando los mismos criterios racistas, supremacistas y clasistas que sus predecesores masculinos mientras que el 90% de las mujeres –y los hombres– viven en una creciente precariedad que cada día degrada más la calidad de sus proyectos de vida? ¿Una mujer madre soltera que necesita trabajar en dos o tres empleos distintos para poder alquilar una simple habitación , como explica la feminista norteamericana Barbara Ehrenreich en su libro “Nickel and Dimed”, puede considerarse como emancipada o más bien está sufriendo un tipo distinto de servidumbre al de la mujer española con la pata quebrada y en casa o como aquellas mujeres que consumían sus vidas en las fábricas del siglo XIX con una esperanza de vida de unos treinta y pico años? Existe una enorme diferencia entre el feminismo corporativo, que es el que inculca de diversas maneras la ideología woke, y el feminismo que se entiende a sí mismo no sólo como una lucha contra los prejuicios y las discriminaciones machistas sino también como una lucha contra los mecanismos de explotación propios del capitalismo. El feminismo que cree que todos los problemas sociales derivan de los cromosomas, y el que entiende, como dice el filósofo italiano Maurizio Lazzarato, que el capital odia a todo el mundo.

Otra faceta quizá todavía más siniestra del feminismo woke o corporativo es la incitación continua a que las mujeres, así como los homosexuales o las mujeres trans, participen de manera mucho más activa en la guerra, a ser posible alistándose en el ejército de manera masiva, para alcanzar así “una plena igualdad de derechos con el hombre”. Dicho de otro modo; debe ser posible inculcar a las mujeres el mismo odio, el mismo fanatismo chauvinista o colonial, el mismo desprecio a la vida de los demás e incluso a la propia que ha caracterizado durante siglos a los soldados de los países occidentales. Se ha hablado mucho -y con razón- de la necesidad de compensar económicamente a las mujeres por su trabajo doméstico, pero ¿qué salario habría sido lo suficientemente alto para compensar a los cientos de miles de soldados que se masacraron mutuamente durante la Primera Guerra Mundial? Pienso en los famosos “poilus” franceses y sus congéneres de los demás países de las diversas potencias coloniales europeas en guerra. Las mismas potencias (neo)coloniales que en la actualidad están bendiciendo al gobierno filonazi de Ucrania, a los genocidas sionistas de Israel o a los “yihadistas moderados” que han tomado el poder en Siria con el apoyo pleno de Occidente. Y partiendo de esos supuestos, ¿qué salario cabría pagarles a las mujeres que imitaran a los hombres del pasado -y riguroso presente- y perdieran sus vidas en el frente de batalla?

La ecología ha sido y es otra de las causas preferidas de la ideología woke. Esa ecología que se basa en la construcción casi infinita de pantallas solares, turbinas eólicas y otras instalaciones con un enorme coste ambiental en tierras raras y consumo energético real (ver el documental “Planet of the Humans“), y cuyo máximo exponente es esa Alemania “grüne” que se ve obligada a importar energía de las centrales nucleares francesas. Ese ecologismo que siente un enorme pánico al calentamiento global pero al que le trae prácticamente al pairo una guerra nuclear contra el nuevo eje del mal Rusia-China-Irán (con la posible inclusión de la India en un futuro más o menos lejano). Son partidos cuya retórica belicista no tiene nada que envidiar a la de los políticos europeos de las primeras décadas del siglo XX. Más bien al contrario; si en esa época se hablaba de la Primera Guerra Mundial como de “la guerra para terminar con todas las guerras”, en las primeras fases de esta Tercera Guerra Mundial que estamos viviendo se nos dice sin el menor rebozo que el pacifismo es una idea obsoleta (Margarita Robles dixit).

Pero quizá la joya de la corona de la ideología woke sea la defensa de los derechos gay y de las personas trans. Ante la pérdida de sentido, credibilidad y contenido de la religión tradicional en Occidente, el tabú contra la homosexualidad en todas sus variantes parece haber perdido todo su sentido. Como muy bien explicó hace ya cuarenta años el antropólogo Marvin Harris, la fobia a lo gay ya no tiene lugar en sociedades en las que ya ni siquiera es necesario reemplazar a la población existente puesto que la robotización creciente de los procesos de producción hace que la mano de obra humana sea cada vez más redundante, contando por lo demás con la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral. La familia nuclear ha dejado de ser indispensable para el Occidente colectivo. Por otra parte, las grandes masas de inmigrantes que llegan a Estados Unidos y Europa pueden ser la perfecta carne de cañón para las guerras que planea ese mismo Occidente. De hecho, la ideología woke, especialmente cuando desde el centro vital yanqui gobierna el Partido Demócrata –en el Reino Unido laboristas y conservadores comparten el wokismo casi por igual-, se ha convertido en un claro sustitutivo de la religión cristiana. Si antes se trataba de evangelizar al mundo, ahora se trata de venderle o, si es necesario, imponerle– las bondades de la ideología “inclusiva y de la diversidad”. La pesada carga del hombre blanco para civilizar al mundo –the white man’s burden, que decía Rudyard Kipling– sigue reposando sobre los hombros de Occidente, sólo que ahora la cruz se ha transformado en una bandera lila. El yuppie gay californiano de éxito se ha convertido en una figura a imitar, como si no existieran miles de gays y lesbianas pobres y quizá sin hogar, cuya falta de atractivo físico ni siquiera les hace deseables para las personas de su misma orientación sexual. Pero aquí ha surgido un problema. Si bien durante la época de la guerra fría las clases dirigentes del mundo entero sentían auténtico terror a que la ideología soviética o socialista, por muy estatizada o adulterada que estuviera, se extendiera a sus propios países, esas mismas clases dirigentes musulmanas, hindúes, chinas, asiáticas, latinoamericanas, etc., y por lo tanto veían con buenos ojos el liberalismo occidental, ahora ven con auténtica perplejidad y desaprobación los progresos en Occidente del wokismo, en especial en lo referente a su obsesión con la diversidad sexual. Un wokismo que choca no sólo contra todas sus tradiciones culturales y religiosas, sino que tiene muy poco que ver con los temas realmente candentes en esos países.

Pero ahí reside la misma esencia de la ideología y de la razón woke. De la misma forma que las grandes compañías norteamericanas financian al más bien insípido y muy limitado ideológicamente Black Lives Matter, mientras que hicieron todo lo que estuvo en su mano para aniquilar a los Panteras Negras y otros movimientos del black power durante los años 60, el sistema está encantado con una ideología que cosifica la sexualidad como si fuera uno de los poquísimos derechos legítimos del individuo, mientras que a todo lo demás –sanidad, educación universitaria, vivienda, derechos laborales, pensiones de jubilación ,etc– se le hace depender casi por completo del divino mercado. Si las religiones anteriores buscaban controlar el comportamiento humano a través de la represión de la sexualidad, el wokismo la ofrece como una especie de razón de ser y de premio de consolación ante la perdida gradual pero progresiva e implacable de los demás derechos bajo el camino de servidumbre trazado a mediados de siglo pasado por economistas como Milton Friedman o Friedrich Hayek y emprendido con entusiasmo por las cúpulas dirigentes del mundo occidental a principios de los “gloriosos” años 80.

Veletri

miércoles, 28 de mayo de 2025

Tierno, triste, amargo

Conozco un sentimiento que contiene las tres cualidades del título, no sé determinar en qué cantidad se mezclan, pero sé su nombre: esperanza.
Intentaré argumentar esta afirmación aunque parezca una paradoja irresoluble. Para ello me basaré en tres películas (el cine enseña). Las tres tienen en común la insoportable soledad de los niños en este mundo tan complejamente absurdo, en el que desde la primera infancia se les institucionaliza para “educarlos” según las normas establecidas por el sistema (a algunos incluso se les quita la vida con bombas o por hambre), recibiendo toda la presión que la olla social abarca. ¡Y mucha incomprensión!
Más que hablar de la escuela, quiero hablar de los niños (nosotros lo fuimos ya hace mucho tiempo). Buscar en la memoria alguna raíz de nuestra propia infancia nos ayuda a comprender las tensiones que viven hoy en este mundo aún más caótico y confuso que el nuestro.

El niño palestino que hizo este dibujo se enfrenta a los poderes de un mundo insolidario. Fue censurado en una exposición del Museo de Arte de Oakland (EE.UU.). Algunos medios lo reprodujeron, es un grito desesperado para transmitir lo que los niños de Gaza viven diariamente.

Dibujo de un niño palestino (2011), censurado en un museo de EE.UU.

Comencemos por la ternura necesaria. La primera película, “L´école buissonnière” (1949) trata de un maestro en los años 20, que lucha solo frente a una escuela tradicional, escolástica, una enseñanza aislada de la vida que viven los niños. En este caso el ambiente es una escuelita rural en la Provenza francesa, el maestro logra escucharles, ofrecerles todos los recursos posibles para que sus mentes trabajen de una forma conectada con sus propias vidas. A pesar de los obstáculos que le imponen los caciques, la comprensión (que no deja de ser ternura) y la escucha, logran que los pequeños aprendan a oír su propia voz, a desarrollar su ansia de conocimiento, inherente a todos los niños que no se arredran a la hora de trabajar y esforzarse porque alguien ha comprendido que es más importante para ellos fabricar un pequeño molino en el río capaz de dar corriente y encender una bombilla o conocer los derechos humanos, que la fecha de cualquier batalla de Carlomagno. Y que los conocimientos hay que compartirlos con niños de otros lugares lejanos, a través de la correspondencia y un periódico, hecho con una imprenta que aprenden a manejar ellos perfectamente.
Aunque cambiando el nombre, es la vida de Célestin Freinet (1866-1966), el pedagogo que tanto aportó a la escuela nueva en todo el mundo, cuyos principios se basan en el método natural de aprendizaje, en la escuela del trabajo, en el tanteo experimental conectado a la vida.

Vayamos ahora con la tristeza. Casi todos habréis visto “El maestro que prometió el mar” (2023), preciosa cinta, con grandes dosis de ternura, de comprensión y de escucha, garantizadas por un maestro entregado que también desafió a los poderes caciquiles en la España rural de 1935. Su labor (freinetista también) fue compensada en la escuela, no así en su propia persona, que recibió todo el peso de la represión y crueldad falangista y fascista, sin concederle siquiera a su familia el sosiego de poder encontrar sus huesos.

De mal en peor, la vulnerable adolescencia ha ido enfrentándose a la sociedad del siglo XXI, en la que la supuesta democracia con cara de piel de cordero, el doble pensar, la competitividad, la incertidumbre ante el propio futuro y la confusión como cartel anunciador de una irracionalidad aceptada, ha traído a unos adolescentes vacíos, tristes, enfadados, amargados, sin proyectos, sometidos a una presión insoportable, con la absoluta incomprensión de los adultos, a los que le es indiferente si viven o si mueren.

Aquí entra la tercera cualidad, la amargura, y la tercera película “Indiferencia” (2011), con un Adrien Brody magnífico, como siempre, haciendo el papel de profesor en un instituto llamado “conflictivo”, de EE.UU., donde se retrata con crudeza la dura realidad que viven muchos adolescentes en las sociedades denominadas democráticas. La película comienza con una cita de Albert Camus, recitada por Adrien Brody: “Jamás había sentido a la vez tan profunda indiferencia de mí mismo y de mi presencia en el mundo”, y concluye la cinta con un párrafo de “La caída de la casa Uhser” de Poe, que reproduzco porque no solo cualquier profesor, también cualquier persona ha tenido alguna vez estos sentimientos de fracaso, de desconsuelo, tan bellamente descritos:

“Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Usher. No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza. Digo insoportable porque no lo atemperaba ninguno de esos sentimientos semiagradables por ser poéticos, con los cuales recibe el espíritu aun las más austeras imágenes naturales de lo desolado o lo terrible. Miré el escenario que tenía delante –la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados– con una fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime” (Edgar A. Poe, “La caída de la casa Usher”).

El mensaje de la película, es constatar el abatimiento que supone enfrentarse a la dura realidad como mentor que ayuda a comprender la complejidad de este mundo en el que vivimos (dice el protagonista).

Con la mixtura de todos estos ingredientes, introduzco el término “esperanza”, aunque esta palabra forme parte de la llamada “lista de las antiguallas”, interesada lista metida a martillazos hasta en lo más profundo de la amígdala por las doctrinas seculares actuales. No me refiero a una esperanza de brazos cruzados, sino libres para actuar, desde cualquier ámbito, para gritar nuestra angustia, para trabajar con ternura, con tristeza o con amargura. Serán otros quienes den un sentido al caos y a la confusión, nosotros ya no lo haremos (y por qué no, también nosotros).
Por último decir que mi intención no es hablar de cine, a pesar de que haya nombrado las tres películas que enlazaré abajo para quien quiera verlas, sino de la infancia y adolescencia (de la nuestra y de la actual), de la escuela, de la educación, de si es cierto o dudoso que la esperanza tiene algún recorrido hoy. (Las conversaciones, siempre al gusto de los compañeros foreros).

Eirene

Las tres películas (las podéis ver haciendo clic en el título):
L´école Buissonnière (1949) (sub. español) – Bernard Blier
El maestro que prometió el mar (2023) – Patricia Font
Indiferencia (2011) - Tony Kaye

sábado, 19 de abril de 2025

ANDY Y COMPAÑÍA

¿Qué hay más inocente que el cómic? El cómic sirve para compartir algunas risas, entretener al público infantil o a los adultos, y para no tomarse la vida tan a la tremenda que total son tres días y dos de ellos llueve. O al menos, esa ha sido la idea que se ha mantenido en el subconsciente colectivo de millones de personas. El concepto de que no había que tomarse en serio lo que apareciera en los tebeos.

Todos sabemos que eso no es así. De hecho, los comics de humor digamos blanco, del estilo de Charlie Brown y Snoopy, Garfield, etc., son casi una minoría. Una de las maneras de politizar el cómic, casi como cualquier medio de expresión en esta vida, es justamente esforzarse en no transmitir mensaje político alguno. Y si es verdad que existen auténticos genios del humor blanco, que no tiene por qué ser menos talentoso que el humor crítico o satírico, el color político de los diversos autores sale casi siempre a relucir. Son inconfundibles las reflexiones críticas de Mafalda sobre el mundo contemporáneo, no es nada difícil ver el trasfondo político de muchos comics de la Marvel, y la lista podría seguir casi hasta el infinito. En una entrada anterior, mencioné el famosísimo álbum “Tintín en el país de los soviets”, un auténtico espejo de la propaganda política antisoviética de la época.

¿Pero qué ocurre cuando en un cómic el personaje protagonista se burla de sí mismo? Probablemente eso sea lo más sano del mundo. Indica una amplitud de miras y una gran capacidad de autocrítica.

O tal vez no.

Muchos de los comics del franquismo, particularmente los de la editorial Bruguera, reflejaban a personajes tremendamente mediocres –los antihéroes de Ibañez, por ejemplo–, pero esa misma mediocridad podía detectarse en muchos personajes de otros dibujantes de la casa, como por ejemplo Manuel Vázquez, José Escobar, Peñarroya, etc. Los que pasamos la infancia leyendo esos comics lo recordamos muy bien. Es muy probable que esa sensación de fracaso que exhibían los personajes fuera un muestrario del sentimiento de frustración de los derrotados en la guerra civil española. Una confirmación de la pérdida de autoestima de la sociedad en su conjunto, si bien es cierto que los personajes ridículos y mediocres siempre han sido una inspiración para los cómicos de todas las épocas.

Pero también puede suceder que esa ironía o supuesta autoironía se dirija a una clase social entera. A través de un personaje, pueden perpetuarse los clichés estigmatizantes que de hecho afectan a capas enteras de la población. Y si eso se hace de una manera simpática y con cierto talento, esa estigmatización es todavía más efectiva.

Personalmente no se me ocurre mejor ejemplo de lo que estoy diciendo que la serie británica, Andy Capp, publicada desde 1957 en el diario Daily Mirror, leído normalmente por los votantes laboristas, o al menos eso se supone, y obra del dibujante y guionista Reg Smythe. Andy es un haragán a tiempo completo que pasa su vida cobrando un seguro de desempleo no demasiado justificado, jugando a los dardos, al billar o a las cartas, emborrachándose, y dándole sablazos a su esposa Florence, llamada así en honor a Florence Nightingale, flirteando por lo general sin éxito con otras mujeres, etc. Para quien sea un lector más o menos regular de la serie, no consta que Andy haya tenido un trabajo más o menos útil en toda su vida, o quizá sí, porque de lo contrario seguramente no estaría cobrando un seguro de desempleo. Pero si alguna vez trabajó, fue sin duda en una época muy remota perdida quizás en la noche de los tiempos. Las características del personaje, a menudo reflejadas en gags realmente tronchantes, se graban de manera indeleble en el lector.

La entrada de la Wikipedia dedicada al personaje tiene esto que decir al respecto:
“Al principio, la tira de Andy Capp fue acusada de perpetuar estereotipos sobre los norteños británicos, quienes en otras partes de Inglaterra son vistos como desempleados crónicos, dividiendo su tiempo entre el sofá de la sala y el bar del barrio, con algunas horas reservadas para peleas a puñetazos en los partidos de fútbol… Pero Smythe, originario de esa región, sentía un gran afecto por su inútil protagonista, lo cual se reflejaba en su obra. Desde el principio, Andy ha sido inmensamente popular entre la gente a la que supuestamente critica”.

Esta explicación puede sonar de lo más convincente, pero pienso que hay que verla en su contexto. Como muy bien explica el escritor británico Owen Jones en su libro “Chavs”, la demonización y estigmatización de la clase trabajadora ha sido una constante de la sociedad inglesa, incluso antes de la época victoriana. Y en el caso de Andy, ¿se puede realmente sentir afecto por un individuo borrachín que actúa como un auténtico parásito social y se dedica a esquilmar a su mujer y a sus amistades cada vez que puede? Lo cierto es que el perfil de Andy, en efecto, cuadra a la perfección con ese estereotipo clasista que en diversas épocas de la historia de Inglaterra ha servido para señalar con el dedo a las prostitutas, los desfavorecidos y las clases trabajadoras en general. Es cuando menos curioso, por no decir sintomático, que un periódico tabloide supuestamente tan cercano a las clases populares de su país haya lanzado a este personaje y más con un éxito tan notable.

Por supuesto, siempre se puede argumentar que las críticas a la tira del bueno de Andy muestran una cierta ausencia del sentido del humor. ¿Acaso se trataría de dedicarse a una empalagosa y probablemente falsaria mitificación de la clase trabajadora? Por supuesto que no. Pero no deja de llamar la atención que la sociedad británica sea capaz de producir un cómic así, tan acorde con los prejuicios y los intereses de las clases dirigentes inglesas –¿británicas?–, y tan distinto del talante crítico y reflexivo de la ya citada Mafalda, o incluso de series de comics norteamericanas como “The Wizard of Oz”, o “Dilbert”, que satirizan ya sea al poder en general, en el caso de la primera, o a la cultura empresarial yuppie en el caso de la segunda. Ya no hablemos de los comics que aparecen o aparecieron en la revista satírica española “El Jueves”, con sus críticas al estamento militar –“Historias de la puta mili”–, hacia el fascismo –"Martínez el facha”–, etc. En la desaparecida revista francesa Pilote, pudieron leerse durante algunos años las desventuras del “Sergent Laterreur”, una especie de Sargento Arensivia con un dibujo especialmente surrealista y descarnado difícil de olvidar para quienes lo vimos y disfrutamos. En Gran Bretaña, sin embargo, el aguijón de la sátira parece reservado justamente hacia aquellos que disponen de menos herramientas para defenderse de la misma. No sólo los famosos “royals” parecen inmunes a la crítica, sino también todos los estamentos de las clases dirigentes del país. ¿Simple casualidad o revelación de un subconsciente nacional muy profundo?

Veletri

domingo, 16 de marzo de 2025

NADA QUE PERDER: FRACASADOS Y NEUTRALES

Un yanqui lo que más teme es la etiqueta de "loser", de "perdedor/fracasado". Su sociedad anglosajona se basa en los Winners, los Triunfadores, y eso se refleja en tener mucha pasta, cuyo siguiente escalón es tener Poder, algo sólo para unos pocos elegidos. Y para eso todo vale porque su Dios bendice el Dinero: los Kennedy se hicieron ricos gracias a la ley Seca, Trump es un especulador inmobiliario, Gates engañó a IBM y Facebook se asentó saboteando el proyecto de los compañeros que confiaron en Zuckerberg. Pero Europa tiene una historia mucho más larga y culta que USA, y más digna que los corsarios del Reino Unido. Ahora que TRUSK nos mira como basura, toca alejarse de la pérfida Albión que aún tiene el morro de fingirse miembro de Europa: nos abandonó en 2016 y su libra va por libre, a costa del euro.

80 años sometidos al "amigo americano", para acabar constatando que somos escoria para él, un negocio que ya no le resulta rentable. Ya no hay el peligro comunista, ni siquiera existe la URSS, ni Socialista ni Soviética. Sólo una Rusia en manos de oligarcas a los que Putin ha metido en vereda (plata o plomo) y a quienes el comercio con Europa les hace más ricos que seguir pagando armas para la picadora de carne que es Ucrania. Ahora que Trump pasa de Europa, ¿por qué no pasar de los anglosajones y de todos los gobernantes al servicio de las multinacionales? Macron fue servidor de Rostchild, Merz a sueldo de BlackRock y Meloni para el Imperio Berlusconi (el diablo le guarde), con la Borderline sobornada por Pfizer. Todos estos hablan de 800.000.000.000 euros para armamento. Pongo la cifra en números para que se vea que es astronómica, y una deuda inasumible porque no es una inversión sino un gasto que se va por el retrete, como los Leopard de 28 millones que hubo que chapucear para que llegaran a Ucrania a servir de tiro al plato para los rusos.

Acabo de ver que la versión LEOPARD 2A4 se vende por 157 millones sin IVA. Los checos se van a comprar 14: sólo eso supera el UNO por ciento de su gasto público anual. Es una puta locura, cuando es su déficit presupuestario lo que puede impedir entrar en la zona Euro en este julio del 25. Mejor no comentar que nuestro banco Central tiene ya un déficit de 8.000 millones de euros: y eso es la centésima parte de lo que quieren gastar en beneficio de la industria anglosajona y las europeas. 7 marzo 2025, el Confidencial: "El rearme del Viejo Continente deja ganancias de más del 100% en el año en las empresas europeas de defensa" SER: "Las empresas de armamento saborean el rearme europeo… los beneficios podrían DUPLICARSE en 2026" Beneficios del 200% permiten entender muchas cosas ¿verdad?, como las comisiones que esperan a quienes firmen esa "defensa contra Rusia". Hyperion Fund, de Pablo Casado y el sobrino de Botín, negocia con tecnología de defensa y cibeseguridad: se van a forrar…

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Hay una diferencia semántica entre "derrotado" y "fracasado". DERROTA: vencimiento, rendición, aplastamiento, paliza. Es perder un combate, una guerra. Hay un vencedor y hay que someterse a él. FRACASO: Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio, fiasco, malogro, chasco, decepción, hasta "naufragio"!!! En pedagogía, se habla del aprendizaje por Ensayo y ERROR: son los "resultados adversos" los que conducen, si se supera la decepción, al "resultado propicio" gracias a lo aprendido. No nos podemos comparar con la renta per cápita de los yanquis: 83.000 $ = 77.000 € cuando la Unión Europea no llega a la mitad: 38.000 € y España se queda en 33.500 €, con una desigualdad creciente. Un yanqui emite 16 toneladas de CO2, España "sólo" 5,3 toneladas, por debajo de la media europea que son 6.

Es la hora de que el pueblo europeo, los trabajadores, pensionistas y familias que no quieren hipotecar el futuro de sus hijos, cambiemos el paradigma: en lugar de imitar el estilo consumista americano, elegir una forma de vida más sencilla; romper con nuestra depredación colonial y entender un mundo multipolar. Aliarnos con China y Rusia con acuerdos comerciales que sean beneficiosos para todos. Eso es imposible con los politicastros que tenemos como gobernantes, este Extremo Centro donde conviven la Ultraderecha xenófoba de Meloni con la supuesta socialdemocracia de Sánchez porque él tambien aprueba las devoluciones en caliente y acepta la orden del Secretario de la OTAN, Rutte, de reducir el gasto público en pensiones y sanidad para gastarlo todo en armas… Rutte, holandés, es el enésimo esclavo de las multinacionales: Unilever con su filial Calvé le tuvo en nómina de 1992 a 2002. Justo entonces logró ser Secretario de Estado de Asuntos Sociales y Empleo, y luego de Educación para seguir su carrera política hasta ser Primer ministro de 2010 a 2024. Los salarios de los políticos explican que se sientan miembros de una CASTA ajena a la plebe: Rutte cobraba 170.000 € como primer ministro de Holanda y ahora 322.000 libres de impuestos como jefazo de la OTAN.

Se busca nuevo Secretario General de la OTAN y este será su sueldo
El próximo 1 de octubre Jens Stoltenberg deberá renunciar a su puesto
de una manera irreversible tras 10 años en el cargo.

Demasiados políticos serían incapaces de llegar a fin de mes con el SMI español de 16.600€ anuales, diez veces menos que lo que pillan. Incluso cinco veces menos que lo que se llevan muchos concejales. Ni siquiera se plantean cómo pueden sobrevivir una viuda o alguen con una pensión no contributiva de 560 € al mes: o comes o pones la calefacción. Porque no saben cómo vivimos, no podemos aceptar que decidan cómo vamos a morir: si en el frente de Ucrania bajo los drones o muertos de asco sin pensión porque todo se gasta en la "guerra cibernética" de la que habla Sánchez, con conocimiento al haber sido espiado con Pegasus, herramienta israelí con la que le tienen cogido de los mismísimos…

Ya estamos grandecitos para más cuentos, ni de progreso indefinido ni de "que viene el lobo ruso". Aceptemos que vamos a vivir con más simplicidad, sin tantas comodidades, pero sin tanto parásito que son los políticos a sueldo de las multinacionales y los ejércitos con juguetes cada vez más caros y sofisticados. Paz y Comercio multilateral, es la solución.

Sentido común

viernes, 14 de febrero de 2025

LA DISTOPÍA

Es difícil moverse en un cenagal de arenas movedizas, porque cada paso te hunde más en el barro. De la misma forma, cuando una sociedad alcanza un determinado nivel de deterioro y desintegración, ninguna de las soluciones propuestas parece funcionar. En la política de los países occidentales, estas situaciones de impasse, quizá de hartazgo histórico o de la Historia, han llevado a elecciones casi imposibles entre lo malo y lo peor, sin poder estar ni siquiera muy seguro de qué es lo peor: en Estados Unidos, se da a elegir entre el ultraliberalismo nacionalista y supremacista de Trump y el neoliberalismo straussiano de los demócratas, en Francia entre el discípulo de Rothschild Macron y la xenófoba neofascista Marine Le Pen, en Gran Bretaña entre los conservadores y los laboristas totalmente desnaturalizados de Keir Starmer… En definitiva, la contienda política se reduce a unas elecciones desesperanzadas en las que el sistema no busca otra cosa que perpetuarse a sí mismo, mientras que a los ciudadanos se les contempla como a rebaño al que manipular y que no puede sino moverse en un margen cada día más estrecho de la ventana de Overton; cualquiera que discuta las medidas tomadas durante la pandemia es un conspiranoico, cualquiera que ponga en cuestión la versión otanista de la guerra de Ucrania es un esbirro o un tonto útil de Putin, cualquiera que critique el genocidio de Gaza es o un antisemita o un agente iraní, etc. No hace mucho el excomisario de la UE para comercio interior Thierry Breton advirtió de que un resultado electoral poco satisfactorio para Bruselas en las inminentes elecciones alemanas se encontraría con una anulación o veto por parte de la UE, como ya ocurrió en Rumanía, y ya no hablemos si la disidencia política llega a unos temas más ideológicos como, por ejemplo, poner en tela de juicio la agenda neoliberal, auténtico tronco común de la UE y la Casa Blanca de los demócratas, una agenda que sólo desde la llamada extrema derecha es posible poner en tela de juicio en algunos puntos, ya que cualquier desviación de la doctrina hegemónica desde la izquierda es tachada de marxismo anticuado o estalinismo. De hecho, el mismo sistema ya apenas les encuentra utilidad a los partidos conocidos como socialdemócratas, puesto que se han convertido en meros instrumentos de las élites globalistas neoliberales que dominan hasta el último recoveco del más bien paupérrimo pensamiento político occidental moderno.

Sin embargo, esta homogeneidad de pensamiento, con los Trumps, Melonis o Le Pens de turno como agentes díscolos, no está llevando a unas sociedades más integradas y funcionales, sino a todo lo contrario. La distopía ya ha dejado de ser un fantasma lejano para convertirse en la parte más sólida y visible de la realidad. En un panorama de una impecable pureza orwelliana, la degradación de la sanidad y los servicios sociales es constante, el ascensor social ha sido sustituido por una especie de cuerda de alpinista del Everest y los medios hegemónicos de desinformación masiva han abandonado cualquier papel que no sea el de mera correa de transmisión de los mensajes del poder. Las campañas monolíticas para incentivar el pánico en tiempos del Covid e imponer las vacunas y de una rusofobia de una intensidad casi de progrom medieval con motivo de la muy provocada guerra de Ucrania han creado la mentalidad necesaria para encararse de manera obsesiva a un supuesto enemigo externo al que culpar de todos los males, mientras que la extrema derecha abona el terreno de la confusión tildando de izquierdistas o incluso de pseudomarxistas a instituciones o programas como la UE, el Partido Demócrata de los Estados Unidos, la OMS o el famoso reseteo de Klaus Schwab. Nunca la desinformación ha tenido tantos padres de tantas filiaciones distintas y nunca se ha dominado con tal maestría la estrategia del caos.

Así que mientras la ideología woke escinde la sociedad, otorgándole una importancia desorbitada a las cuestiones de género, como si el mero hecho de ser homosexual o lesbiana fuera un marchamo de pureza ideológica o progresismo y no una simple preferencia sexual, y como si en la vida de los seres humanos no existiera otra cosa que la sexualidad o la identidad racial, olvidándose de minucias como la vivienda, la sanidad, el derecho a la educación, los derechos laborales, etc., la extrema derecha escoge otra vía de escisión en torno al origen étnico de los individuos en busca del clásico chivo expiatorio al que culpar de todos los desajustes y disfuncionalidades de un Occidente que ha sufrido cuatro largas décadas de distopía neoliberal.

En un mundo así, la solución de los problemas reales ocupa un lugar muy secundario en la lista de prioridades. Lo que importa son los reclamos políticos y crear una atmósfera de constante pánico hacia las sucesivas pandemias, hacia Rusia, hacia China, etc. Se habla abiertamente por parte de individuos como el flamante nuevo secretario general de la OTAN Mark Rutte o la inefable ministra de asuntos exteriores alemana Annalena Baerbock de la necesidad de sacrificar la sanidad y los derechos sociales en aras de la lucha contra el monstruo ruso, so pena de acabar pidiendo asilo político en Nueva Zelanda o tener que aprender ruso como primera lengua –Rutte dixit–, mientras que la política de incendios de una ciudad tan importante como Los Ángeles se basa en tener a una jefa de bomberos negra y lesbiana a la que sin embargo se la deja con diecisiete millones de dólares menos en el presupuesto de su departamento y con las bocas de incendios huérfanas de agua mientras que el matrimonio Resnick controla el 60% del agua del estado de California en régimen de empresa privada, todo ello ante la complaciente mirada del gobernador Gavin Newsom, una de la grandes estrellas del Partido Demócrata y muy probable presidenciable cuando el segundo mandato de Trump acabe en un previsible fracaso. ¿La solución ante un caos semejante? Como siempre, la empresa privada. Cualquier ciudadano de California, un estado muy propenso a sufrir incendios gigantescos año tras año, puede permitirse contratar los servicios de una compañía de bomberos privados por el módico precio de 100.000 dólares.

Al revés de las utopías, que tienden a marchitarse al contacto con la realidad, la distopía tiene una extraña habilidad para retroalimentarse. Ninguna situación es tan caótica o irracional que no pueda desembocar en un dislate todavía mayor, y pronto la ley de Murphy parece el único criterio fiable a seguir a la hora de predecir el futuro. Los grünen alemanes, por ejemplo, no ven ninguna contradicción en que la energía utilizada en Alemania provenga del carbón, el muy dañino para el medio ambiente fracking estadounidense o incluso la energía eléctrica que el país germano obtiene de las centrales nucleares francesas, mientras que dichas centrales son tabú en Alemania. Por su parte, la candidata ultraderechista Alice Weidel, también lesbiana militante, insiste en el clásico mantra empleado por la extrema derecha más reaccionaria desde hace décadas de que Adolf Hitler era en realidad un izquierdista socialista con el que ella y los suyos no pueden sentir ninguna afinidad intelectual ni ideológica. Indirectamente, Baerbock vino a darle la razón cuando afirmó en Praga estar orgullosa de su abuelo, alto oficial de la Wehrmacht y nazi entusiasta, “porque él, al menos, había luchado por una Europa unida”. Se supone que en contraste con el maléfico Vladimir Putin.

En cuanto al cacareado malestar de los neoliberales globalistas de Bruselas con el caudillo supremacista de la Casa Blanca, quizá no sea aventurado imaginar que sea más lo que les une que lo que les separa. En todo caso, lo peor de ser un caniche es que la rebelión contra el amo es casi impensable, incluso en los casos en los que peligra la misma supervivencia.

Veletri

domingo, 26 de enero de 2025

TOMAR EL RELEVO DE MUJICA

"YO, PEPE MUJICA
Os lo cuento.
Fui guerrero tupamaro, agricultor y político.
Pero estoy cansado
sin dejar de ser lo que fui.
Sobre todo, guerrero.
Y ahora me estoy muriendo
y también el guerrero tiene derecho
a su descanso, el que impone el tumor
que me invade.
Todos los caminos de mi tierra llevan
a mi corazón, y sé distinguir
lo que es pasajero de lo que es definitivo.
Fui yo quien eligió este camino
y no protesto por llegar hasta aquí,
con 89 años.

Pero necesito silencio.
El silencio es manantial de vientos
que se llevan los ecos de la vida,
los cuchillos hostiles,
los dientes, alfileres y ataúdes,
los desgarros de mil escalofríos,
torbellino de llantos y de lutos.

Dejadme en el silencio
de mis higueras y manzanos umbríos,
de la lengua que resiste las palabras
que hieren por la espalda,
de las orillas que besan los crepúsculos
lamidos por las olas.

Devolvedme el silencio,
que quiero curar la herida
que me dejó en el alma
el dolor de las selvas arrasadas,
de los bosques de cemento plantados,
de la pobreza insuperable,
de la justicia no ejercida,
de las libertades quebrantadas.

Devolvedme el silencio,
que quiero volver a mis verduras,
mientras tranquilo,
y esperando la paz inevitable,
medito sobre la hermosura de la vida,
sobre cuánto caí y cuánto me levanté,
los buenos amigos que me acompañaron
y también bailaron conmigo.

Devolvedme la paz
y no me pidáis más palabras.
Necesito el milagro
de los labios cerrados,
de las bocas mudas,
de las tibias sombras,
de los latidos ausentes.

Guerrero soy y seguiré luchando,
sin tregua, jamás derrotado.
La vida siempre es porvenir.
la vida me persigue
aunque me esté muriendo.

¡Cuánto de vida hay en la muerte!
¡Cuánto de más allá en la vida!"

Pepe Mujica ya se despidió de todos nosotros. El Guerrero quiere descansar y sabe que es cuestión de días que el cáncer colapse su cuerpo de 89 años. No quiere más entrevistas ni visitas porque lo que tenía que decir lo dejó muy claro: "Ahora les toca ustedes, los jóvenes, seguir luchando por la Justicia".

Él apuesta por una larguísima carrera de relevos: heredó el testimonio de grandes pensadores y políticos y a lo largo de ocho décadas lo que aprendió lo puso en práctica como buenamente supo y en la medida que le dejaron.

La metáfora de la carrera de relevos no es la más acertada porque sugiere un solo individuo cada vez, mientras que la lucha por la justicia es imposible sin una labor colectiva en un esfuerzo simultáneo. Mejor la imagen de una trainera donde el patrón marca la secuencia de los remeros y les anima a pesar de las olas, vientos y adversarios. La trainera es una frágil y liviana embarcación de doce metros de eslora con catorce tripulantes, diminuta en comparación ante un crucero o un portaaviones. Pero todos tenemos en la retina a las zodiac de Greenpeace incordiando los balleneros japoneses o al barco de Jacques Cousteau, el Calypso (1951-1996) empeñado en defender los mares de saqueos y violaciones. Una noticia esperanzadora es que desde 2016 vuelve a surcar los océanos.

Estamos en 2025 y ya no viven los héroes que admiramos de jóvenes pero sí están los malvados dispuestos a convertir el mundo en un infierno profundizando aún más en las injusticias de siempre: el hambre, las guerras, la especulación financiera, la explotación del trabajador. Pero ahora cuentan con armas mucho más sofisticadas: el mercado global que comercia hasta con el agua y los alimentos básicos; la alta tecnología militar cada vez más cara; los fondos de inversión BlackRock y Vanguard que mueven más capital que muchos países; la inflación perfectamente manipulada para que el trabajador vuelva a la precariedad de no poder pagarse un techo digno aunque viva en el "jardín de Occidente", de USA o Europa (dixit Burrell).

Ante esta gigantesca montaña de mierda que es el Sistema Neoliberal aderezado por la contaminación global y recalentados por el cambio climático, al pueblo se nos aconseja y anima a someternos a esas Reglas y conformarnos con salvar nuestro culito de forma individual: "el que pueda, que haga" (Aznar). Se traduce en fomentar el hedonismo más burdo, el consumismo según la moda dictada por influencers que previamente han sido seleccionados por los dueños de internet.

Pero justo en el borde de ese estercolero, en un trocito de pradera se erige la chacra de Pepe Mujica, como la aldea de los irreductibles galos frente al Imperio Romano. Afortunadamente no está solo, somos millones los que aún no nos sometemos al "señorito, ni a sus capataces" (multinacionales, ejecutivos y politicastros). La fuerza colectiva puede lograr cambios sustanciales que, sumados todos, cambiarían el curso de la Historia.

Silvio Rodríguez en homenaje a Mujica

¿Todavía queda alguien que cree que no le va afectar la ola de Ultraderecha mundial, que esos líderes sólo son grotescos y no sumamente peligrosos para todos? Porque detrás están las grandes corporaciones que han decidido terminar con los derechos básicos de la Humanidad, para lograr beneficios casi infinitos. Si no nos movilizamos, pronto será tarde para arrepentirnos por habernos quedado "Tranquilo, majete, en tu sillón". Nos lo advertían Celtas Cortos en 1993. 32 años después, esos problemas sólo se han agravado pero tenemos otros nuevos y peores.

Qué menos que levantar BARRICADAS éticas y activas en nuestros pequeños espacios de responsabilidad: el trabajo, el barrio, las decisiones de consumo… Frente a la Telaraña de Internet, un Tejido Social de apoyo mutuo. Defendamos nuestra Dignidad, volvamos al 2010 con ¡INDIGNAOS! de Stéphane Hessel (1917-2013): tiene mucho valor las experiencias, compromiso y reflexiones de un centenario, por más Ruido que hagan los "modernos, posmodernos y el pensamiento líquido (el lixivado de una sociedad occidental que se va pudriendo)".

Sentido común

sábado, 28 de diciembre de 2024

La controvertida historia de la energía nuclear

Hace unos 2.300 años, los filósofos griegos discutían sobre la constitución de la materia. Demócrito, siguiendo las teorías de su maestro Leucipo, dijo que TODO estaba formado por diminutos bloques indivisibles a los que llamó átomos.

Desde los albores de la humanidad, la especie humana utilizó los recursos que tuvo a mano para aprovecharse de la naturaleza. Dominó el fuego, utilizó la fuerza del viento para surcar los mares, descubrió la rueda y otros pequeños inventos que perfeccionó, poco a poco.

Sin embargo, aquellas teorías de Demócrito, basadas en razonamientos lógicos, han tardado casi 2.000 años en desentrañarse, a medida que se han desarrollado ciencias como la Química y la Física. Los átomos, catalogados por familias en una Tabla Periódica que hoy cuenta con 118 elementos. Varios modelos atómicos elaborados por físicos y químicos entre ellos, Dalton, Thomson, Rutherford, y en la actualidad, el de la mecánica cuántica. Ninguno es completamente satisfactorio por lo que la discusión científica continúa.

Obligado es resaltar el nombre de algunas mujeres pioneras en el desarrollo de la Ciencia: Marie Curie, polaca, nacionalizada francesa, premio Nobel de Física y de Química, descubrió, hacia finales del XIX la radiactividad del uranio, el polonio y el radio. Ella y su marido sufrieron enfermedades por radiación. Murió a los 66 años por anemia aplásica en 1934.

Lise Meitner, Viena, 1878, precursora de la fisión nuclear. Considerada la madre de la bomba atómica, sin embargo, rechazó participar en el proyecto Manhattan. Es una de tantas mujeres que han tenido que luchar en un mundo de hombres por desempeñar un puesto en la ciencia. No recibió por ello un digno reconocimiento, solo en 1966 el premio Enrico Fermi.

La energía eléctrica de origen atómico

Hacia mitad del pasado siglo, en plena autarquía franquista, se construyeron en España las centrales nucleares, que utilizan el uranio como combustible. Diseñadas para una vida útil de entre 20 y 40 años, en algunas se ha prorrogado su vida útil. Franco proyectó construir 27 centrales nucleares. Se autorizaron 15, de las que se construyeron finalmente 10. Las centrales ya cerradas son: Zorita, en Guadalajara. Santa María de Garoña, en Burgos. Vandellós I, en Tarragona, tras accidente grave.

Quedan 5 encendidas, dos de ellas tienen dos unidades.
Todas ellas están al límite de su vida útil, algunas prorrogadas.
Almaraz I y II, previsto su cierre a partir del 2027 y 2028 respectivamente. Ascó I y II, cuyo fin de vida útil está en 2030 y 2032. Cofrentes, 2030. Trillo y Vandellos II terminan en 2035.

El ambicioso plan nuclear del “Alzamiento Nacional” terminó descarrilando. En los 80 hubo que rescatar las eléctricas que no podían pagar las hipotecas contraídas con la tecnología americana. Durante 20 años los consumidores repusimos a través del recibo de la luz 5.717 millones de euros. Felipe González decretó la moratoria nuclear por razones económicas de las empresas gestoras, paralizó la construcción de 5 reactores pendientes. Liberó a las eléctricas implicadas de las deudas contraídas por estos proyectos con un monto de 4.260 millones de €.

En 1972 se construyó la fábrica de combustibles de Juzbado, Salamanca, que entró en funcionamiento en 1985. Abastece el combustible para las centrales españolas, varias europeas y dada la situación de la guerra de Rusia en Ucrania, y la incierta tendencia del programa de desmantelamiento de las que siguen activas en España, ENUSA está preparándose para surtir de combustible a nucleares de la órbita soviética, a países como Finlandia o Suecia.
Produce anualmente unas 1.620 toneladas de combustible. Durante décadas el uranio, en su mayoría se extraía de la mina a cielo abierto de Sahelices el Chico, en la zona de Ciudad Rodrigo. Se enriquecía en Francia.
Cerrada esta mina en el año 2000, se importa el uranio de Niger, Canadá, o de Rusia. En Retortillo, Salamanca, hay una mina, a cielo abierto, preparada para empezar a extraer mineral, cuya explotación no fue autorizada. Berkeley, la empresa minera está luchando en los tribunales para abrirla. También se especula con en cambio político de gobierno. Las reservas de mineral en España se estiman en 20 años. Las reservas mundiales se calculan para 90 años.
En un principio, el proyecto nuclear del Régimen fue muy ambicioso. España, la dictadura, tuvo aspiraciones de ser potencia nuclear, como lo acreditan papeles de la CIA desclasificados en 1975.
Esta energía ha sido muy polémica desde un principio. Europa está muy dividida. Unos países la están explotando, otros no, otros han cerrado sus centrales. En España la energía nuclear, así como en toda Europa representa alrededor del 20%. En Francia, con 50 centrales el porcentaje es mucho más alto.
Señalar que con motivo del nombramiento de Teresa Ribera como comisaria europea se publicó un bulo que atribuía a la exministra de transición ecológica que había dejado firmado el cierre de la Central de Almaraz, en Cáceres. La presidenta Guardiola declaró al respecto que no aceptarían el sectarismo medioambiental. Posteriormente se sigue “calentando” la protesta, creando plataformas ciudadanas y manifestaciones, a favor de prorrogar su vida activa.

Residuos nucleares

Los Residuos Radiactivos olvidados de la Fosa Atlántica
"Silencio en torno a lo que esconde el fondo de la parte nororiental del océano Atlántico". A 400 kilómetros de la costa gallega y a 200 km de la de Asturias se arrojaron dentro de bidones metálicos toneladas de residuos radiactivos solidificados con hormigón o betún. Esta basura nuclear que fue lanzada al mar de manera periódica, entre 1949 y 1982, por Bélgica, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Holanda, Suiza y Suecia. Y, en muchos casos, está olvidada a más de 4.000 metros de profundidad mientras que está sometida a la presión y a la corrosión del mar.

En un proceso oculto y lento, con el trascurso de los años las aguas quedaron afectadas por los vertidos nucleares. Desde 1977 y durante las décadas de los años 80 y 90 se llevaron a cabo inspecciones periódicas para medir los niveles de radiactividad de esta parte del océano. Sin embargo, al no haberse realizado ningún tipo de control reciente, se desconocen los niveles actuales de contaminación nuclear de estas aguas. Si los vertidos siguen alterando la biodiversidad del ecosistema marino, si puede afectar o no al ser humano. Tampoco se sabe nada sobre las circunstancias del origen del problema: No se conoce el estado actual de los bidones que contienen la basura radiactiva.
El diseño de los paquetes para los desechos vertidos no tenían por objeto garantizar el aislamiento de los radionucleidos (o elementos radiactivos) dentro de los bidones, sino más bien asegurar que se transportaran intactos al fondo marino; posteriormente se esperaba que ocurriera un proceso de dispersión lenta en el agua circundante», explica en uno de sus informes la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), conexa a Naciones Unidas".

Los accidentes que han tenido lugar, en sus ochenta años de uso pacífico, han obligado a tomar medidas para gestionar y controlar el destino, casi eterno, de algunos de los residuos que produce su uso.

Me refiero a los cementerios nucleares.
La idea consiste en construir una barrera segura para aislar estos desechos peligrosos de la naturaleza, ya sea el medio aéreo, acuático o terrestre.
Cementerio, del griego, etimológicamente dormitorio, lugar para dormir, sería un lugar o almacén de hasta 600 m de profundidad donde poder meter los citados residuos. Se ha buscado en formaciones salinas, arcillosas o graníticas. Los estudios están hechos. La decisión es muy difícil por el rechazo social que provoca. Tiene nombre, común: AGP, almacenamiento geológico profundo. Hay ya varios construidos en todo el mundo.
Todos los temas relacionados con la energía atómica son discretos en el mejor de los casos y secretos, si no hay necesidad de darlos a conocer.

Un primer intento de utilizar un almacén para enterrar los residuos tuvo lugar en 1987. Se "vistió" como laboratorio para estudiar el comportamiento de las radiaciones en el granito. Se le llamó proyecto IPES. Para ello se iban a utilizar las simas graníticas abiertas para la ampliación de dos turbinas en la central hidroeléctrica de Aldeadavila de la Ribera, Salamanca.
No coló. Se llamó desde el primer momento por su nombre, cementerio nuclear. Gobernaba Felipe González y fue el vicepresidente A. Guerra quien salió por TVE a predicar las “bondades” del invento. La manifestación popular del 24 de abril, festiva, pues era domingo, fue tan numerosa, seguida por algún otro acto de presión como el secuestro de un político salmantino en el Ayuntamiento del Aldeadávila, liberado por los GEO. El gobierno tuvo que recular y anular el proyecto.

ENRESA la empresa nacional de RR (residuos radiactivos) fue creada en 1984. Además de los residuos ha gestionado unos fondos que pagamos en la factura todos los consumidores de electricidad. Se ha encargado de publicar y ejecutar sucesivos planes generales de residuos radiactivos. El VII plan de residuos radiactivos, actual, fue publicado en diciembre de 2023.
Enresa pagó unos estudios para encontrar un lugar idóneo a almacén de residuos.

Vinieron unos técnicos (eran rusos, de la empresa Adaro) y llenaron el terreno de la comarca, clavando unas estacas pintadas de rosa fosforito. Como un pastor le preguntara qué hacían, le contestaron que buscaban agua. El pastor les señaló el embalse que se divisaba desde aquel cerro… Supimos que medían la gravedad terrestre, con cuyos datos se pueden elaborar mapas gravimétricos que señalan líneas y por tanto fallas. Nunca hemos visto publicado su trabajo. Los estudios para el AGP están terminados.

Para un AGP se necesita una roca lo suficientemente extensa y sin fallas.
La contestación social obligó a los gobiernos a retrasar aquel proyecto inicial y tomar nuevas medidas, acordaron almacenamientos temporales.
Uno de estos almacenamientos fue el ATC (almacenamiento temporal centralizado de Villacañas)
Lo que al principio parecía un éxito político para aquel pueblo de la Mancha, por el dinero que iban a cobrar, volvió a resultar un fracaso, por lo que hubo que cambiar de idea una vez más.
Actualmente y hasta que se señale un lugar definitivo, ya decidido pero secreto por la alarma social que concita, para el almacenamiento subterráneo definitivo, se almacenará el combustible gastado en las propias centrales, ATI. Protegido por depósitos de acero inoxidable.
En el VII plan de residuos radiactivos ya hay un calendario y está adjudicada la construcción del cementerio para que se pueda utilizar a partir de 2073, a una empresa finlandesa por 4.110 millones de euros.

Últimas consideraciones a modo de epílogo

La energía nuclear surge con un trágico suceso que horrorizó a la humanidad: la explosión de las dos primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. Los sátrapas de la tierra vieron en el infernal invento una oportunidad para dominar el mundo. Han terminado creando un club selecto de países que disponen de la fatídica bomba.

En la cara positiva, paralelamente, son muchas las aplicaciones de las propiedades de algunos elementos radiactivos para ser utilizados en la salud, pruebas diagnósticas y curaciones de enfermedades como el cáncer.

El uso pacífico de esta industria crea polémica. Por lo general del lado de los intereses económicos están los defensores de su uso, los pro-nucleares. No produce en su generación gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global y del cambio climático, eso es cierto. Se propalan varias falacias sobre las bondades de esta modalidad de energía: que la energía nuclear es verde. Que es limpia. Que es sostenible. Que es renovable y que va a salvar el mundo.

En el lado opuesto, los antinucleares, consideran contrario a la ética hipotecar el futuro para las generaciones que han de venir, contaminando cada vez más los medios biológicos. Los fallos y accidentes, en algún caso, nos afectan a todos. La industria nuclear produce unos residuos peligrosos, de efectos muy duraderos, incluso casi eternos. Despiden calor en su constante desintegración, penetran casi todos los cuerpos y corroen las barreras con las que se intenta mantenerlos aislados.

La energía nuclear no es ni verde, ni renovable, ni sostenible, ni limpia. Tampoco es barata, se enriquecen unos pocos y la pagamos muchos.

Proust

sábado, 23 de noviembre de 2024

UNDER WESTERN EYES – Bajo los ojos de Occidente

¿Ha sido Rusia siempre la bestia negra de Europa? ¿Ese país tiránico al que había que contener por todos los medios para evitar que sus garras aferraran todo el continente? Las actitudes occidentales respecto a Rusia se han ido modificando a lo largo de las épocas, y a menudo esa tiranía rusa fue vista con buenos ojos en muchas cancillerías europeas.

Voltaire, como es sabido, fue un gran admirador de Catalina II la grande, y hablaba maravillas del naciente imperio ruso, si bien nunca llegó a encontrarse personalmente con la zarina, como sí hizo Diderot. Cierto que Diderot criticó el absolutismo del régimen ruso así como el absolutismo en general, como se apresuran a aclarar sus hagiógrafos, pero ¿qué país europeo no era absolutista en mayor o menor medida en el siglo XVIII? Al llegar la Revolución Francesa y posteriormente las guerras napoleónicas, Rusia fue considerada como un baluarte de la estabilidad europea, y un gran aliado en la lucha contra las ideas democráticas y republicanas. El régimen ruso no escandalizaba en absoluto a dirigentes como Metternich, principal artífice de un sistema de alianzas entre Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra para combatir cualquier resurgimiento de una Francia revolucionaria e insurrecta y también para reprimir cualquier movimiento revolucionario que pudiera producirse en Europa. La Santa Alianza entre Austria, Rusia y Prusia, y la posterior Cuádruple Alianza, que incluía a Inglaterra, una especie de OTAN embrionaria del siglo XIX, fueron la cristalización de ese plan diseñado para impedir el secularismo, el liberalismo y los movimientos revolucionarios en Europa.

En las novelas del eurocéntrico Julio Verne se percibe también esa plena aceptación de Rusia y su régimen político. Miguel Strogoff es una novela en la que el correo del Zar desempeña una misión heroica para evitar una invasión de Siberia por parte de los tártaros propiciada por el traidor a la corona Iván Ogareff. Actualmente, y en realidad desde el inicio de la Guerra Fría, sería muy fácil imaginar a los poderes occidentales propiciando una invasión de Siberia por parte de quien fuera. “Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África Austral” sigue la misma tónica eurocéntrica mostrando la colaboración de las expediciones de dos gobiernos europeos distintos en la paulatina conquista del África.

Se puede decir que la misma tónica de buen entendimiento de las potencias europeas hacia Rusia persistió durante todo el siglo XIX. Podía haber guerras entre ellas, pero siempre se producían por causas que no tenían nada que ver con las características del régimen absolutista de los zares. Casi todas las potencias europeas estuvieron en guerra entre sí por algún motivo durante el siglo XIX, pero eran guerras que se libraban únicamente con fines territoriales y sin ninguna pretensión de grandes diferencias ideológicas entre los contendientes. Pero en eso llegó la guerra de Crimea (1853-1856). Una guerra brutal y despiadada, entre un ejército ruso mal organizado y compuesto en gran medida por siervos muy pobremente entrenados, y los ejércitos inglés, francés y otomano. Aunque Inglaterra finalmente logró una victoria más bien pírrica tras una guerra profundamente impopular entre la misma población inglesa, el gobierno de Londres comprendió que la Rusia zarista constituía una seria amenaza a sus propios planes de expansión mundial, especialmente en Asia Central y el Cáucaso, Afganistán, Persia, etc. Con el inicio del llamado por los propios ingleses “Great Game”, se sembraron las primeras simientes de la rusofobia. Los ojos ingleses empezaron a ver con desconfianza al gigante ruso, hasta entonces garantía de estabilidad política y auténtico bastión contrarrevolucionario a escala continental. De la noche a la mañana, los súbditos de su soberana majestad británica empezaron a ver los defectos del “sistema absolutista ruso”, y hasta la Primera Guerra Mundial, en la que la Rusia zarista y el Imperio Británico volvieron a ser aliados después de muchas décadas, no dejaron de poner piedras en el camino de Moscú, llegando incluso a apoyar al Japón durante su guerra victoriosa contra Rusia en 1905.

En medio de todo este contexto, el gran novelista británico de origen polaco Joseph Conrad publicó en 1911 una sombría novela titulada “Under Western Eyes” (Bajo la mirada de Occidente). En dicha novela se narra la historia de Kyrilo Razumov, un estudiante ruso que delata a un joven revolucionario que ha matado en un atentado a un ministro zarista, como consecuencia de lo cual el revolucionario es ejecutado a su vez por las autoridades rusas. Razumov recibe entonces el encargo de viajar a Ginebra para infiltrarse entre la colonia de revolucionarios rusos en el exilio instalada allí, pero entonces se enamora de Natalia Haldin, la hermana del joven a quien traicionó. Incapaz de superar sus remordimientos, Razumov termina por confesar su traición ante Natalia, obteniendo el rechazo y desprecio que eran de esperar por parte de toda la comunidad de exiliados.

En esta novela Conrad expresó todo su resentimiento de polaco exiliado y nacionalizado británico hacia la Rusia imperial zarista. La novela vuelve una y otra vez de manera casi obsesiva sobre la incomprensibilidad del carácter y la naturaleza rusos, de su manera de entender la vida totalmente opuesta a la occidental y es una diatriba no sólo contra Rusia, sino también contra cualquier idea revolucionaria, desechadas por utópicas y casi contrarias a la naturaleza humana.

La novela pasó bastante inadvertida cuando fue publicada, pero conoció un cierto revival después de la Revolución Rusa del 1917. Al parecer, Conrad había acertado de lleno en su diagnóstico. Rusia era un país salvaje e imprevisible, y el muy tolerado despotismo imperial ruso, que tanto había sido apreciado por las corrientes ideológicas europeas más reaccionarias durante el siglo XIX, había sido sustituido por una dictadura del proletariado que puso los pelos de punta a toda la Europa burguesa.

De manera casi paralela a la novela de Conrad, apareció la llamada “Heartland Theory” del geógrafo inglés Halford Mackinder, que sostenía que cualquiera que controlase la “Heartland” que comprende el Asia central poseída por Rusia podría controlar el mundo entero, debido no sólo a su posición geográfica sino a las riquezas naturales acumuladas en esa zona. Si ya desde la guerra de Crimea Rusia había sido un gran estorbo para los proyectos expansionistas británicos y occidentales en el Asia, ahora Rusia –o, mejor dicho, la Unión Soviética– pasaba a ser la presa más apetecible del planeta. Una posible y muy ambicionable colonia relativamente despoblada en relación a su gigantesco tamaño cuyos beneficios de explotación podían sobrepasar con mucho los que había dado la India.

Dicha idea no cayó en saco roto para los ideólogos del Tercer Reich. Como explica Ian Kershaw en su biografía de Hitler, el Führer planeaba el destierro o exterminio de gran parte de la población soviética para transformar precisamente el inmenso territorio de la URSS en una inmensa colonia de beneficios casi incalculables, comparable a lo que había sido la India para los británicos. El famoso Lebensraum de Hitler. Uno de los patrocinadores de esta idea, y también teórico del Tercer Reich, había sido el geógrafo Karl Haushöfer quien, aunque fue juzgado por el tribunal de Nuremberg, resultó absuelto por el mismo para acabar muriendo poco después en circunstancias misteriosas, oficialmente por un suicidio.

Durante todas estas décadas, la propaganda antisoviética proliferó de manera casi exponencial por todo Occidente. Uno de sus ejemplos más delirantes quizá sea el famoso álbum de Tintín –el primero de toda la serie– “Tintin chez les soviets”. En el mismo se ven cosas tan chuscas como una fábrica “Potemkin”, es decir, una aparente fábrica construida por orden del gobierno soviético, pero dentro de la cual no se produce absolutamente nada más que unos ruidos destinados a crear la ilusión de que en realidad allí se está fabricando algo. Dicho álbum fue puesto fuera de circulación durante décadas por el mismo Hergé, probablemente debido a su maniqueísmo político, y tal vez también por su dibujo todavía bastante primario, pero volvió a emerger a finales de la década de los 70. Y por supuesto, son incontables los filmes, telefilmes, novelas, libros, etcétera, que durante todas las décadas de la Guerra Fría insistieron no sólo en la perversidad del régimen soviético sino en una idea más dañina: la satanización de todo lo ruso, y prácticamente de todo aquello que pudiera dar un perfil humano al carácter y la manera de ser rusos.

A los ojos de Occidente, sólo un personaje como Boris Yeltsin podía devolver a los rusos su dimensión humana. Un personaje borrachín y dicharachero, presunta víctima del KGB, amante de pellizcarles el culo a sus secretarias o colaboradoras, y, sobre todo, un buen amigo de Occidente y las multinacionales y emporios financieros occidentales como Goldmann Sachs, Rothschild, las empresas relacionadas con George Soros, etc. Un líder ruso que sólo empleara la violencia contra aquellos rusos “reaccionarios” –en la jerga de los medios occidentales los “reaccionarios” eran aquellos rusos quizá nostálgicos del régimen soviético o que simplemente se oponían al regreso a Rusia del capitalismo más salvaje y ultraliberal– que pudieran suponer un obstáculo para las “reformas económicas”.

Pero aquí vino la gran desilusión para la población rusa objeto y supuesta beneficiaria del experimento. Si bien era cierto que Rusia tenía un lugar en el gran banquete occidental, no era en calidad de comensales, como habían prometido Yeltsin y sus adláteres, sino en calidad de manjar, algo que los rusos de a pie pudieron comprobar sobre sus propias carnes durante los mágicos años 90 del siglo pasado. Y es aquí donde radica el éxito de Putin ante la gran mayoría de la opinión pública rusa; el hecho de haber tomado las medidas indispensables para salir de ese estado de sumisión sin esperanza. Un éxito que los ojos occidentales siguen sin entender.

Veletri

lunes, 4 de noviembre de 2024

SEXALESCENCIA VERSUS MADUREZ

Me ha llegado un enlace en el que se habla de SEXALESCENCIA y lo contraponen a sexagenario como si lo segundo fuera una ofensa en lugar de un dato objetivo: estar entre los 60 y 69 años.

(agosto de 2022) "Según el Dr. Manuel Posso Zumárraga, creador del término "sexalescencia", se refiere grupo de adultos mayores de 60 años que están presentes en las redes, lideran grupos, se divierten con amigos, comparten con sus descendientes y están enfocados en aprender algo nuevo que les mantenga activos."

Se ha inventado un PALABRO sólo para contraponerlo a alguien que "no salía de su casa, no socializaba, no se ejercitaba… En pocas palabras, no tenía motivaciones existenciales… cuando somos muertos en vida."

¿Sabes lo que es la sexalescencia?

Así que, porque alguien a partir de los 60 años sea pasivo y se quede en casita, deprimido, ¿hay que definir como excepcional una actitud mucho más común? porque la mayoría de la gente se sigue ocupando de sus cosas, se relaciona y continúa activa. ¿Frente a los Hikikomoris del Japón (epidemia que se extiende por Corea del Sur y hasta China) ¿hay que inventar los "JÓVENEScentes" que sí estudian, trabajan y disfrutan?. Porque hay amas de casa que se sienten mal en un círculo de tareas monótonas ¿hablaremos de MUJEREScentes que tienen otras inquietudes y se apoyan en la Sororidad y en relaciones y aficiones gratificantes? La inmensa mayoría de los curritos apenas tiene más tiempo que desplazarse al trabajo, realizarlo y volver al barrio con ganas de una cerveza y una serie… ¿les proponemos el CURRITOlescente para que se sientan realizados y no engranaje de una máquina de producción y consumo? Precisamente el "consumo" tiene muchísimo que ver con ese nuevo Palabro que tiene mucho de moda woke…, pero luego lo explicaré.

Las primeras palabras que surgen al pensar en una edad a partir de los 60 son senectud y senescencia.

– SENECTUD se utiliza como sinónimo de TERCERA EDAD, términos que hacen referencia a 3 etapas: 60 a 70 años: Senectud. 71 a 90 años: la Vejez. Más de 90 años: ancianos. "Senectud" no significa "decrepitud", sino una experiencia vital valiosa: es la misma raíz que Senador en la Antigua Roma, quienes podían dirigir el Imperio que duró muchos siglos con un florecimiento cultural que hemos heredado.

Nada tiene de malo entender que la vida de la persona tiene tres etapas: una de crecimiento físico y mental; otra de desarrollo de las capacidades laborales y con responsabilidades familiares; y una tercera a partir de la jubilación en la que no hay que demostrar nada a nadie y uno puede disfrutar de la vida, con menos presiones y con los compromisos y proyectos que uno elige sin ninguna imposición externa. Eso sería la Tercera Edad. Se habla de una Cuarta Edad en la que uno llega a la Fragilidad, a la Dependencia de otros, que suele desencadenarse a partir de los 85 pero que se puede demorar casi hasta los 100 años en algún caso.

– SENESCENCIA: los cambios relacionales entre los elementos del sistema por el paso del tiempo en relación con los sistemas materiales que presentan una cierta estructura u organización. Tales cambios suelen ser irreversibles. ¿Todavía hay quien niega nuestra IMPERMANENCIA? Por eso hay tanto miedo a la muerte y a la enfermedad, cuando son la irrenunciable otra cara del nacimiento y de la salud. Un dato: las células se duplican 52 veces, y eso se llama el límite de Hayflick. Hay un gen, el SIRT 1 que en ratones ha logrado superar ese límite: si funciona en humanos, sólo accederán al tratamiento los ricos, claro.

La sexalescencia es un término acuñado por el abogado ecuatoriano Manuel Posso Zumárraga: describe a una generación de adultos mayores de 60 años que están redefiniendo lo que significa envejecer, abrazando la tecnología y viviendo con pasión. Este abogado (ni psicólogo ni sociólogo, sólo opinólogo) dice de esa generación: no tienen entre sus planes actuales la posibilidad de envejecer"… pos nada: seguro que la Parca les respeta, ya que ellos han decidido vivir mucho. Y también los achaques: la firme palabra de un sexa-ADOlescente basta para que ningún dolor les toque. Seguro que los problemas de azúcar, colesterol, hígado, intestino o vejiga se desvanecen cuando estos SexOlescentes se sienten sexis, maravillosos e inmunes.

¡Qué tiempos de postureo y de lemas Happy Flower! Eso sí, INDIVIDUALISMO feroz. Nada de pensar en "dejar el mundo un poco mejor de como lo encontramos" como legado para los que nos seguirán… porque se creen Eternos, no te jode. Me quedo con los YAYOFLAUTAS, con sus arrugas y su Dignidad para luchar con sus fuerzas por la Justicia para TODOS.

Sexalescentes: los adultos en sus 60s que se roban los reflectores

El autor del texto, publicado este mayo, es Jorge Inda, un COACH que vive de halagar a sus clientes. "Todavía eres joven" Qué carajo nos pasa?: ¿por qué no podemos sentirnos orgullosos de la MADUREZ? Toda la vida encajados en vaqueros, con implantes de pelo o silicona, con botox y cremas milagro? Tenemos el privilegio de NO tener que Demostrar nada a nadie, de no luchar en la carrera profesional y resulta que vamos a correr por aparecer mú felices en las Redes-Telarañas sociales. El gran truco del Capitalismo para que consumamos lo que se nos dicta y que NO nos hace maldita falta. ATPC los modernos y sus palabros de moda. Cuánta sonrisa fingida, por favor!!!

Los expertos en marketing definen los Target, el grupo diana que va a consumir lo que estos gurús decidan. Ahora toca explotar a la gente de 60 a 80 años. Ya los niños son consumidores complusivos, como los adolescentes y los jóvenes. Los adultos, bastante tienen con trabajar y pagar su casa además de sostener a sus vástagos en sus caprichos. Así que sólo quedan los sexagenarios para dar un impulso más al gasto, antes que la compra de medicinas y tratamientos paliativos sea su único empeño. Se da hasta un mensaje de "No te jubiles" para que nadie deje de ser productivo a los 65 y aguanten hasta los 70 para equilibrar la Seguridad Social: se van a morir encima del andamio o del escritorio.

Reivindico la MADUREZ como esa dignísima Tercera edad de la jubilación. Que cada uno haga lo que le place: competir con los jóvenes en actividades de riesgo, consumir caprichos creyendo que serán más felices o vivir con serenidad un tiempo de buena salud con fuerzas suficientes para algún proyecto que nos apasione y con la relevante experiencia de que nuestra valía es intrínseca y no depende de la opinión de los demás.

Sentido Común

viernes, 4 de octubre de 2024

PERCEVAL EN LAS GALAXIAS

La literatura de ciencia ficción se ha atascado. Desde hace ya más de un siglo, no hace más que profecías que nunca llegan a cumplirse. De la lucidez y el acierto en las previsiones de un Julio Verne se ha pasado a un batiburrillo de máquinas de viajes por el tiempo, transportes telemáticos de la materia y viajes siderales que nunca llegan a concretarse. La invasión de marcianos pronosticada por H. G. Wells se ha quedado en invasión de turistas en algunas latitudes, y las únicas guerras, cada vez más mortíferas, las han desencadenado los mismos terrícolas. Algún guasón podría decir que estamos gobernados por extraterrestres empeñados en llevar al planeta a su autodestrucción tras algún apocalipsis nuclear. Pero en realidad, lo único que ocurre es que el simio humanoide que en la película” 2001: una odisea en el espacio” esgrimía un hueso como arma suprema dispone ahora de una variada gama de misiles, muchos de ellos misiles nucleares hipersónicos.

    Incluso las escasas exploraciones espaciales que se emprenden no buscan llegar a regiones desconocidas del cosmos, sino sondear las posibilidades de explotar los posibles yacimientos minerales de otros planetas como Marte a fin de cubrir las eventuales necesidades terrestres. Por decirlo de alguna manera, en lugar de conquistar dimensiones siderales que se saben inalcanzables, se busca intensificar el control sobre todo lo que sucede dentro de la Tierra. Son las telecomunicaciones lo que ha progresado de una manera imparable desde los esperanzados años 60 y no la navegación espacial. Hasta tal punto que el famoso y tan celebrado amerizaje en la Luna, visto con los ojos actuales, parece casi una excentricidad más que un hito histórico en un momento en el que la única cuestión verdaderamente importante es saber si la Tercera Guerra Mundial que de alguna manera ya ha empezado se limitará a varias guerras locales en puntos estratégicos del planeta –Ucrania, Palestina, el Ártico, algunos países africanos, etc.–, como sucedió en tiempos de la Guerra Fría, o si se llegará a un conflicto global total.

    En el mismo sentido, las supuestas guerras de las galaxias se han convertido en la realidad en guerras digitales en las que cada uno de los bandos ideológicos busca influir en la conciencia colectiva de miles de millones de personas. Uno de los fenómenos más cómicos al respecto es el constante alegato de indefensión del Occidente colectivo respecto a la propaganda rusa, como si los medios occidentales y sus respectivos bots y ciberpropagandistas no difundieran más que la verdad y además estuviesen en una constante inferioridad de recursos.

    Pese a todo esto, las aventuras sobre los guerreros espaciales no tienen la menor apariencia de entrar en un declive. Tanto la saga de “Star Wars” como la de "Star Trek" gozan de millones de seguidores en todo el mundo, y da igual si fenómenos como la teletransportación o los viajes a una velocidad superior a la de la luz resultan difícilmente creíbles. El imaginario mágico medieval ha sido sustituido por un imaginario no menos ilusorio pero bajo una apariencia cientifista muy a tono con el espíritu de los tres últimos siglos. Esto se une al innato deseo humano de encontrar vida inteligente en otros planetas, aunque sólo sea como una demostración de que la vida humana en el planeta Tierra no es una especie de broma cósmica, sino que la conciencia antropomórfica tiene un lugar predestinado en el Universo.

    Lo mismo sucede con la proliferación de la creencia en el fenómeno ovni. Los supuestos avistamientos han venido produciéndose con asombrosa frecuencia desde los años 50 del pasado siglo, y con una especial insistencia en los años 60. Pero el paso de los años sin una demostración definitiva de la presencia extraterrestre en nuestro planeta todavía no ha desanimado del todo a los creyentes. Y no falta la noticia que surge de vez en cuando, anunciando que la NASA ha reconocido en un informe interno o externo la existencia de naves extraterrestres, o algún otro fenómeno que sólo sería explicable por una intervención alienígena.

    Sin embargo, la aparición en el muy simbólico año 2000 (ese año en el que se suponía que todos los ordenadores del mundo iban a colapsarse) del libro “Rare Earth”, de los científicos norteamericanos Peter Ward y David Brownlee, en el que explicaban con todo detalle la dificultad de que en un planeta puedan surgir formas de vida tan complejas como las de la Tierra, vino a enfriar todavía más unas expectativas que ya se habían alejado de su punto más candente. Estos dos autores consiguieron explicar hasta qué punto la Tierra gozaba de unas características excepcionales que no sólo le proporcionaban una temperatura y una atmósfera compatibles con la vida orgánica multicelular –algo nada fácil de encontrar en la inmensa mayoría de los sistemas solares–, sino el papel protector de un planeta como Júpiter, el auténtico garante de la vida sobre la Tierra al absorber los impactos de un importantísimo número de los asteroides y meteoritos que circulan por el Sistema Solar. Es este paraguas protector el que nos ha librado de sufrir con una frecuencia que sería incompatible con la vida tal y como la conocemos bombardeos cósmicos similares al que acabó con la vida de los grandes saurios supuestamente hace 65 millones de años.

    Otra cuestión perpetua ha sido la naturaleza de esos extraterrestres. Mientras que a Stephen Hawking, siguiendo la tradición de H. G. Wells, le aterrorizaba la mera idea de su llegada, pensando que el único propósito de esos visitantes galácticos no podía ser otro que el exterminio y el genocidio, al estilo de las potencias coloniales occidentales, podemos encontrar también la excepcional “Ultimátum a la Tierra” (The Day the Earth Stood Still, de Robert Wise, 1951), película en la que los extraterrestres cumplían la función benefactora de advertir a los terrícolas de la peligrosidad de sus armas nucleares y del riesgo de que los demás planetas decidieran destruir la civilización terrícola si se convertían en un peligro para el resto de la galaxia. El film iba a contracorriente de la tendencia imperante en las películas de serie B de la época, en las cuales el extraterrestre agresor simbolizaba de manera casi infalible al posible agresor soviético con la intención de destruir el American way of life (por cierto, que esta paranoia, sólo que bajo la forma de fenómenos paranormales varios, ha sido resucitada en la serie de Netflix “Stranger Things”).

    Sin embargo, las películas sobre temas futuristas más recientes parecen alejarse de cualquier expectativa de encuentro con civilizaciones mucho más avanzadas que la nuestra y ya no digamos de una expansión de la aventura humana a los más lejanos confines del Universo. Elysium (2013) presenta un mundo en el año 2154 sumido en una distopía absoluta y dividido en una interminable sucesión de favelas mientras que la élite capitalista vive en una estación espacial llamada Elysium situada a decenas de miles de kilómetros de un planeta Tierra abandonado a su suerte. En suma, la tecnología espacial puesta al servicio de la clase dirigente, algo que ya se intuye en la privatización de los programas de la misma NASA y en los vuelos organizados por Elon Musk o Richard Branson.

    Pero hay otra película más rotunda en lo referente a su sentido metafísico. En la desesperanzadora Ad Astra, cuya trama está tomada casi directamente del Apocalypse Now de Francis Ford Coppola –o sea, de la novela breve de Joseph Conrad “Heart of Darkness” (En el corazón de las tinieblas)–, el protagonista va en busca de una nave extraviada cerca de Neptuno cuya tripulación había sido encabezada por su propio padre en el cumplimiento del llamado Proyecto Lima dieciséis años atrás, una misión que debía rastrear la presencia de vida inteligente en el Universo. El mayor Mc Bride se ve obligado a matar a ese padre reencontrado quien a su vez había sido responsable de la muerte de los miembros de la tripulación. La conclusión final de la película y de la misión, que el viejo astronauta había tratado de ocultar, es que sólo en la Tierra es posible encontrar vida inteligente en el cosmos. No cabe imaginar mayor contraste con la legendaria y antropológicamente optimista “2001 una odisea del espacio” de Stanley Kubrick. ¿Significa eso un regreso a la vieja religión monoteísta, según la cual Dios sólo existe para el ser humano? ¿Una mayor madurez de la especie? ¿O será quizás que el neoliberalismo ha destruido cualquier ilusión ajena al lucro, incluyendo la esperanza de encontrar unos congéneres lejanos que disipen la idea nihilista de que el ser humano es un azar genético desafortunado?

    Sin embargo, ajenos a estas meditaciones, los entusiastas de la ciencia ficción –o quizá western espacial, como sería el caso de “Star Wars”– siguen con sus sueños mucho más cercanos a la ficción que a la ciencia, como era el caso de las ficciones caballerescas de antaño. Unas ficciones en las que los científicos –locos o cuerdos– juegan el mismo papel que Merlín en las fabulas de Camelot. Abierta queda la cuestión de si aparecerá un Miguel de Cervantes que le dé la puntilla a todo este tipo de literatura y sus secuelas cinematográficas.

Veletri

martes, 17 de septiembre de 2024

Desvelando algunas luces

Caía la noche sobre el río, las últimas libélulas apresuraban su circular vuelo para masticar unos cuantos mosquitos, la luna dibujaba el reflejo de sus delicadas alas en el agua. La mujer caminaba despacio por la vereda, dejando que los aromas nocturnos penetrasen en los poros de su piel, como si esa belleza que le salía al encuentro fuera el baño que necesitaba su recién liberada mente, tras la huida. Piensa que nunca será ciudadana de pleno derecho y que las leyes romanas vigentes en Sicilia le obligan de por vida a la obediencia de sus últimos señores, pero esa noche puede dormir bajo las estrellas sin tener que velar el sueño agitado de su arrogante amo ni sentir su barrigudo y maloliente cuerpo encima. Había aprovechado un cambio de guardia de los centinelas para salir corriendo de la ergastula, ese espacio lúgubre en el que compartía miserias con otros esclavos las pocas horas de descanso que les dejaban las tareas agrícolas y en su caso la hechura de vasijas, cráteras, terra sigillata, sometida a una cantidad requerida diaria, que muchas veces el cansancio no le permitía cumplir, exponiéndose al castigo del látigo. Ningún beneficio recibía a cambio de las tareas, algunas veces ni siquiera la comida, lo que le exigía robar de las despensas o compartir algún alimento que hubieran conseguido los otros compañeros de esclavitud.

Atrás quedaba la villa siciliana donde arrastraba su cuerpo desde el día que lo compró el nuevo amo por unos cuantos denarios, como quien compra un objeto sobre el que se extiende el dominio de propiedad. No existe la categoría de persona para el esclavo.

Tocó con las manos el collar y la placa que aún le colgaban del cuello, la inscripción decía: "Retenme para que no escape, y devuélveme a mi dueño”, con el nombre del mismo y la zona donde habitaba. El collar del esclavo compromete a toda la sociedad, la construye, la convierte en sistema que escribe los destinos de todos los seres. Es el testigo alrededor del que vaga la tumultuosa noche de la esclavitud, el que recuerda lo siniestro, la monstruosa cara del abismo que convierte la muerte en la única esperanza.

Carecía de herramientas para cortar el hierro. Antes buscaría un lugar donde dormir, como prólogo a una utopía que en los momentos más descuidados de los días asalta el entendimiento con una palabra que semeja al viento Siroco, libertad para moverse. ¡Qué gran ilusión ser como una planta enraizada en la tierra, a la que nadie obliga a desprenderse de su raíz y tener el poder para decidir permanecer quieta o para elevarse sobre unos alados pies!

No durmió esa noche, la pasó pensando en cómo cruzar el límite que la separaba de la libre disposición de cada una de sus horas, encontrar el licor filosófico que destila la libertad, dejar de sentir la presencia retadora e inquietante del dominio sin poder enfrentarse a sus propios pensamientos para conocerlos en profundidad y recorrerlos como se recorre una selva desconocida. Esperaba llegar en dos jornadas de caminata al lugar de la montaña donde se hallaban escondidos los rebeldes, esperando el gran día.

Había escuchado en varias ocasiones al sirio Euno que los límites de la libertad no se alcanzan solo huyendo o matando al amo y robándole sus propiedades. La resistencia no elimina la esclavitud. Es la rebelión de muchos la que puede destruir para siempre el encadenamiento de unos seres a otros.

Corría el año 135 antes de la era común (la mujer no conocía la palabra que anuncia el futuro). Llegando al lugar señalado de las reuniones y tras los abrazos y celebración de sus compañeros ya libres, le quitaron el pesado collar.

“La danza”, Henri Matisse, 1909

En ciernes se estaba preparando una gran rebelión, los esclavos de Sicilia, la mayoría de origen sirio, eran numerosos; las condiciones de vida, inhumanas, los esclavistas sicilianos eran crueles por avaricia. “El foco principal de la rebelión fue la ciudad de Enna, situada en una colina en el centro de Sicilia y rodeada de amplias llanuras cultivables” (según texto de Diodoro). La rebelión se fue preparando durante un período bastante largo, los esclavos buscaban momentos oportunos para reunirse y organizarse. Llegado el día, 400 esclavos agrícolas penetraron de noche en la ciudad de Enna, al frente iba Euno el sirio, villa por villa fueron matando a todos los señores, solo dejaron con vida a algunos esclavistas famosos por haber tenido un trato humano con sus esclavos y a los armeros que debían preparar armas para los rebeldes. Tras tomar el poder de la ciudad, el entusiasmo se extendió a todas las capitales de Sicilia, llegando al número de 200.000 hombres y mujeres (también según Diodoro) entre esclavos, campesinos y trabajadores pobres de las ciudades.

Se formó así un estado de esclavos en Sicilia, con una moneda propia acuñada por ellos y aprovisionamiento, pues preocupándose del futuro no destruyeron las casas ni los campos. No buscaron forma alguna de poder estatal, crearon un consejo en cada ciudad con miembros elegidos por todos.

La mujer, los días de la rebelión y los siguientes durante al menos tres años y con ayuda del cálamo que siempre la acompañó, intentó transcribir cuantas palabras se decían en las reuniones, para que ninguna estrategia, ninguna idea, quedase en el olvido. Más tarde, cuando los ejércitos de Roma cayeron sobre ellos, escondió los pergaminos en una cueva, los tapó con piedras, en ese momento pensó en el futuro, quizás algún día, para otros hombres y otras mujeres serían el testigo necesario de un camino que los humanos llevan recorriendo en pos de alcanzar unas alas parejas a las libélulas. A lo largo de los siglos se han ido rescatando esos y otros textos escondidos, con facilidad se han traducido las palabras pero reduciendo la capacidad de comprender el significado.

La historia la escribieron los vencedores, los señores, los súbditos pagados por los jefes, reyes y emperadores, para alcanzar la “inmortalidad”. Pero el camino lo construyeron los esclavos, las prostitutas, los mendigos, los campesinos, los trabajadores. Siendo la mayoría en número en cualquier sociedad, han llegado al día de hoy anónimos todos ellos y anónimas sus vidas y sus acciones para la historia.

Quien tiene el poder y el dominio sobre los otros elimina cualquier vestigio que comprometa su status, no vaya a ser que los presentes y los futuros levanten la capa del olvido y emulen algunas acciones de los olvidados.

En el mundo posmoderno de hoy nos dicen que la sabiduría se halla solo en la búsqueda de la felicidad, pero hay otros valores que se perdieron en el camino: la libertad, la igualdad, la solidaridad.

La vida es demasiado hermosa como para querer ser solamente feliz.

Eirene