Cuando uno mira qué estamos haciendo con el planeta surge la imagen de una deliciosa merienda campestre cubierta de hormigas negras: destrozamos todo lo que tocamos.
La Metamorfosis de Kafka nos presenta un humano que se despierta convertido en un monstruoso insecto. No una mariposa ni siquiera una mosca, ambas capaces de volar, sino una especie de cucaracha o chinche que nos resultan repulsivos precisamente por su sucia presencia cotidiana.
Es frecuente comparar a los financieros con garrapatas que nos chupan la sangre y a los artistas con mariposas efímeras que embellecen el mundo. Son metáforas, nuestra herramienta más habitual con la que pretendemos explicar un cosmos que desborda nuestro entendimiento por la simple razón que percibimos sólo cuatro dimensiones (tres espaciales y el tiempo) pero existen más dimensiones cuánticas.
Los insectos son la Clase animal con más especies: más de un millón. Justo lo contrario que el homo sapiens que sólo somos actualmente una especie sin razas, sólo diferencias anecdóticas. Cada especie de insectos se ha especializado en un nicho ecológico muy preciso hasta el punto de que piojos y ladillas nunca se mezclan. De nuevo, lo contrario del humano que se ha esparcido por todos los rincones de la tierra con una actitud depredadora que ya ha provocado miles de extinciones de fauna y flora.
Los insectos son los artrópodos terrestres. Al salir del agua tuvieron que protegerse de la deshidratación pero, a cambio, muchos desarrollaron su capacidad de volar. La característica común de los artrópodos es su exoesqueleto que les defiende pero les impide crecer y por ello muchas especies han de mudar su piel. Son aspectos sobradamente conocidos que cito porque se pueden establecer paralelismos con la vida humana: quienes desarrollan su capacidad de "volar", de elevarse de lo inmediato para ver con nuevas perspectivas e incluso alcanzar lugares que eran inaccesibles. También se pueden concebir personas con armadura externa que les impide crecer y entender como "sucesivas mudas" las crisis escenciales que nos dejan desprotegidos pero son necesarias para una vida no lineal. Son comparaciones simplificadoras para enfocar una faceta concreta de una realidad complejísima. Los insectos son productos de la evolución de millones de años que determina su comportamiento mientras que a cada humano nos condiciona nuestra herencia y entorno concretos. 8.000 millones que nos desenvolvemos en nuestro pequeño mundo tomando decisiones individuales diarias sobre relaciones y comportamiento, sobre nuestra imagen interior y actitud vital.
La diversidad de la Clase "insectos" lleva a que la taxonomía los clasifique en ocho órdenes. Es muy fácil caer en la tentación de clasificar al prójimo:
- DÍPTEROS como en el vecino moscón o el compañero de trabajo que pica cual mosquito.
- COLEÓPTEROS como el que va agradando su bola de excrementos o la mariquita presumida que puede librarnos de algún pulgón.
- HIMENÓPTEROS como la cigarra, el vago cantarín que vive del cuento.
- ORTÓPTEROS como el saltamontes que no para quieto y va dando tumbos.
- LEPIDÓPTEROS como las bellas mariposas o las polillas que se fascinan por una vela (cualquier adición) y acaban quemados.
- HIMENÓPTEROS. Aquí la cosa se complica porque son sociedades muy anteriores a la nuestra con su propio reparto de roles: no todas las abejas hacen miel pero sí alguna especie de avispa. Los millones de hormigas ¿son plaga de abducidos o un ejército disciplinado que limpia todo lo sobrante y muerto y nos libra de enfermedades?. ¿Ser la abeja reina es un privilegio o una maldición? ¿Es mejor ser un zángano copulador una vez en la vida o asumir el ciclo de tareas de una obrera: cuidar a las crías, luego producir cera y desecar la miel para acabar buscando néctar? Una obrera vive tres semanas si hay muchas flores pero tres meses si nace al final del otoño. ¿Es justo vivir cuatro veces más por la circunstancia de nacer en un momento u otro?
- DICTIÓPODOS. ¿Qué decir de las cucarachas, o de la mantis que arranca la cabeza del macho tras una única cópula?
- ODONATOS ¿A quién se puede semejar una libélula o un caballito del diablo?
Uno no puede ignorar el detalle más fascinante de los insectos: la metamorfosis. Resulta tentador pensar cuántos seres humanos se quedan anclados en la fase larvaria de comer y crecer protegidos pero sin ver la luz del sol ni apenas tener otras interacciones. A pesar de eso, muchos desaparecen como simple alimento para otros animales. "Un trozo de carne con ojos" que se dedican a contemplar pantallas con cultura basura que embota su mente mientras ingieren comida basura que hincha su cuerpo. Hay metamorfosis incompletas, mudas sucesivas y metamorfosis completas que logran trasformar la oruga en mariposa: el artista original, el artesano concienzudo, el trabajador que se siente útil a su comunidad, el progenitor/a que favorece el desarrollo de sus hijos en lo afectivo, intelectual y ético.
Lo jodido es mirarme al espejo y asumir que mi propio comportamiento es muy diverso según las circunstancias: es una sucesión de cuanto he descrito antes, añadiendo otros comportamientos no citados como el de la carcoma, que destroza por dentro cualquier organización, o el ciervo volante que teóricamente es imposible que vuele pero que lo hace.
Esa imprevisibilidad como individuo es tan definitoria del ser humano como nuestro comportamiento social como masa informe que permite llevarnos a la guerra o a la sumisión con un par de trucos de propaganda política. La vacuna contra esa manipulación sería una visión crítica a partir del información veraz: justo lo que no se nos ofrece por parte del Sistema que necesita borregos y no lobos solitarios.
En resumen: 8.000 millones de individuos diversos en colonias que buscan la homogenización de las voluntades. 8.000 millones de historias de vida tan apabullantes que las pretendemos unificar en un "nosotros" buenos y "ellos" malvados. Supongo que la humildad puede ser la mejor actitud para que la crítica no nos paralice ni nos amargue. Que cada uno se ocupe de mejorar su pequeño entorno y limpiar su propia mente de Ruido. Luego, si nos ponemos de acuerdo con el vecino para construir algo útil, ya habremos aportado Valor a nuestra leve existencia.
Sentido común
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