sábado, 14 de octubre de 2023

MEDIO GRADO EN NUESTRAS MANOS

Nuestra última oportunidad para no alcanzar los 2º de subida media global en 2030. Podemos quedarnos en 1,5º si se actúa en todos los ámbitos posibles. ¿Medio grado para la Tierra es significativo? Si concebimos a Gea como un inmenso ser vivo, es tan relevante como la diferencia entre los 36,7º de una persona sana y la febrícula de 37,2º que nos avisa de una infeccción con malestar, dolor de cabeza y debilidad. Todos conocemos algún caso de una "superPersona" que encubre ese síntoma con un paracetamol: sé de un "valiente" de 42 años que lo hizo hasta en un amanecer se lo encontraron frito por haberse creído la mentira de que "uno puede con todo".

Por supuesto que el planeta seguirá girando sin la Humanidad, sólo con ratas y cucarachas adaptadas a ese calor y sequías infames. Probablemente, también subsistirán Ratas de dos piernas, multimillonarios en sus islas blindadas con seguridad privada y hasta Cucarachas plantígradas en sus búnkeres de mierda. Pero la inmensa mayoría nos extinguiremos luchando por la escasa agua dulce, por generar alimentos y combatir los desórdenes climáticos. Es una deplorable perspectiva para mitad del siglo XXI, toda vez que la tecnología del siglo XX ya bastaba para garantizar una vida digna de 8.000 millones de personas.

Retomo la metáfora de la Fiebre del único planeta vivo que conocemos en nuestra galaxia: no se puede ser tan gilipollas como para ignorar los síntomas de la grave enfermedad global. Si uno ve desaparecer los últimos glaciares de España, si llegamos a mitad de octubre con temperaturas de 30º, si los veranos ya duran cinco meses, si las hambrunas de África lanzan a millones de personas a emigrar a Europa, si ya estamos bebiendo agua con microplásticos y comiendo deshechos químicos… ya es hora de afrontar esta pandemia en vez de seguir corriendo hacia el abismo.

Hasta aquí la prédica, ahora los tres frentes que propongo desde la clave del Decrecimiento Sereno: la disminución en el consumo que supone pequeñas incomodidades pero genera beneficios incluso a corto plazo.

1. Ámbito personal y de la salud. El individualismo imperante nos anima a desentendernos de las consecuencias de nuestros actos ("el que venga detrás, que arree") pero el ser humano hemos llegado hasta aquí por funcionar de manera social. La agricultura y ganadería se desarrollaron en poblados; la escritura y todos los conocimientos que sostiene se gestaron en las ciudades. Hemos heredado de nuestros padres, y no podemos dejar una pocilga a nuestros hijos. Con una esperanza de vida de 90 años, quien crea que no sufrirá las consecuencias de su inacción es un necio irresponsable: las tensiones ya están en las calles y el desierto avanzando por media España.

Reducir, Reutilizar y Reciclar se basan en el primer concepto: evaluar cada gesto de consumo por su huella de carbono y demás consecuencias. Reutilizar la ropa y otros productos para combatir la generación de basura y el gasto de agua que supone fabricar nuestras prendas. Reciclar sería la última pata, y aún así es una asignatura no aprobada con nota. Reducir tiene consecuencias positivas en nuestra salud: rebaja el estrés de hacer varias cosas a la vez, disipa la ansiedad de compararse con lo que consume el vecino y acalla el Ruido de tanto ocio basado en el Postureo o la kultureta.

2. Ámbito social y del entorno. Hay varios comportamientos tóxicos que la Psicología y Sociología han investigado y que políticos y expertos en márketin los aplican de forma muy eficaz para sus intereses pero sumamente rastrera juzgados desde la ética humanista. La Indefensión Aprendida es uno de esos recursos: convencer a la población de que es inútil rebelarse contra lo que les perjudica. Cuando el cambio climático ya es incuestionable, las élites han decidido desmovilizar a la sociedad para que no luche a fondo contra el problema. Los medios de comunicación a su servicio propagan que China genera el 30% del CO₂ mundial (cuando más de la mitad es para satisfacer el consumo de Occidente, factor que sí podemos disminuir) o el derecho de los países en desarrollo a contaminar y consumir… cuando se trata de buscar un bienestar que no requiera de tanto gasto de energía y material, un bienestar más sostenible que no imite el consumismo occidental del último medio siglo.

"Yo no voy a ser el único tonto que renuncie a mi estilo de vida" es el mantra conservador, insolidario y materialista. Frente a esto, la idea de Menos es Más, en la línea del libro de Erich Fromm "¿Tener o ser" (1976) es una opción inteligente para disfrutar de un mayor bienestar mental sin depender tanto de medrar en lo económico, lo que nos libera de mucha competitividad y sumisión laboral.

Creo que es viable una postura compartida frente al consumismo y a favor de la mejora del entorno inmediato por parte de los pequeños grupos sociales, tales como una comunidad de vecinos o una asociación de cualquier índole. Cada litro ahorrado, cada producto reciclado nos hacen sentir corresponsables de una actitud de sostenibilidad. Cada árbol protegido y cada pequeño espacio limpio es un lugar de encuentro para el juego de los niños y la conversación de los adultos que refuerza el sentido de pertenencia.

Funcionaron campañas como la defensa de Anchuras y Cabañeros en los 80 frente a ser polígonos de tiro para el Ejército, o la actual contra la tala de árboles por las obras del metro de Madrid. No resuelven el problema global pero son barricadas frente a la depredación sistemática y acelerada que comete la Derecha contra el patrimonio de todos. Son experiencias que empoderan a la ciudadanía, ejemplos de que todo no está perdido y que los empresaUrios no son imparables.

3. Por último, el ámbito ético y político. Es decepcionante que las urnas no hayan castigado al PP por su negacionismo ante el Cambio climático. La necedad de Rajoy citando a su cuñado meteorólogo fue vergonzante. Tampoco sus millones de votontos se extrañaron del cambio de postura cuando el Partido Podrido decidió obedecer a Bruselas para que nuestras ciudades no siguieran matando a los ancianos y enfermos por los niveles de óxido de nitrógeno: tuvieron que mantener las zonas de bajas emisiones que diseñaron los "rojos". Lo que ya supera lo esperpéntico son los 3 millones de Voxeros que todavía aplauden el negacionismo climático que aúllan Abascal y Monasterio. Personajes que se quejan de límites tan razonables como 27º en verano (con 40º en la calle) o 21º en invierno. Mini-Yos de Aznar del "¿quién me va a decir a mí cuánto debo beber antes de conducir?": en invierno quieren estar en camiseta en casa "porque yo lo valgo".

Uno no está ciego ante el abuso del Falcon por parte de Sánchez, el piso de 443 m² que usa Yolanda Díaz o el chalet a 44 kms de Madrid que exige un permanente consumo de gasolina a la Ministra de Igualdad y a su ¿docena? de guardaespaldas a turnos, cuando hace poco vivián en barrios obreros que les permitían llegar en taxi al Congreso. Pero son "casos aislados" comparados con las normas del PP que permite que un Porsche Cayenne híbrido entre en Madrid 360 porque es ECO sin exigir que no encienda su motor térmico de 462 CV para mover sus 2,3 toneladas. Y tantas otras excepciones a la medida de los más pudientes.

El cambio sociológico de "La España de las piscinas" explica que familias endeudadas a 30 años con el banco se crean clase media y voten Derechas para proteger la piscina comunitaria donde se mojan el culo un par de meses al año. Por otro lado, la España vaciada supone más de la mitad del territorio ibérico que se sienten ninguneados por las ciudades cercanas porque el envidia es el pecado nacional: no sólo se odia a Madrid o Barcelona, Andalucía envidia a Sevilla, cada comunidad autónoma a su sede parlamentaria y cada pueblo a su cabeza de partido judicial. Divide y vencerás.

Tanto las piscinas que detraen recursos hídricos como los pueblos deshabitados cuyos abandonados montes arden como la yesca, ambos forman parte del problema climático que debemos afrontar antes de que en 2030 los 2 grados de más supongan el puinto de no retorno para una crisis que será acelerado e irreversible. "CAMBIAR UNO PARA CAMBIAR EL MUNDO" es un esfuerzo personal, comunitario y ético cuyo resultado nos es desconocido. Seguir como borregos hacia el abismo es una actitud pasiva e irresponsable cuyo resultado ya está meridianamente claro.


SENTIDO COMÚN